Durante años hemos escuchado el mantra de que la comunicación es la base de una buena relación, pero no todo el mundo está de acuerdo con eso. Por lo pronto, la psicóloga norteamericana Sue Johnson, especializada en la terapia focalizada en las emociones, lo que los anglosajones llaman ETF (Emotionally Focused Therapy), sostiene que los cimientos para una buena armonía en la pareja pasan por establecer una conexión emocional segura y fortalecer el vínculo afectivo. Johnson describe en su obra cómo en sus inicios como terapeuta de parejas se dio cuenta de que éstas no querían ser razonables y que el amor tenía más que ver con cosas no negociables ni lógicas que con argumentos intelectuales.
Las emociones pueden expresarse de palabra, pero parece que no es tan importante lo que se dice sino cómo se dice y, de la misma forma que a los bebés no solo hay que comunicarles que se les quiere sino que es más importante abrazarlos, tocarlos, jugar con ellos y demostrarles nuestro afecto, más con hechos que con palabras, lo mismo nos ocurre a los adultos.
En un artículo titulado Lovers who speek different languages (literally), el escritor canadiense Mark Moyes relataba sus experiencias cuando fue a vivir un tiempo a Japón y conoció a una japonesa con la que intimó. El completo desconocimiento de la lengua del otro, convirtió la relación de pareja en una película muda o, como mucho, en una de Tarzán en la que los diálogos se reducían a la frase “yo Tarzán, tu Jane”, pero la falta de entendimiento, lejos de ser un impedimento para la relación o para el sexo, como reconoce Moyes, fue más bien una ventaja. El escritor aprendió mucho sobre comunicación no verbal y, como cuenta en el artículo, “el amor y sus más primitivos elementos: actitud protectora, ternura, intimidad… crecen más rápido cuando uno no puede protegerse detrás de las palabras. Cuando solo eres algo”.
Cuando no hay vocabulario, hay que recurrir a otro lenguaje, generalmente más rico y que todos conocemos, y que describe mucho mejor nuestras emociones. ¿Necesitan los dueños de perros, gatos u otras mascotas, una lengua para comunicarse con sus amigos más fieles? Yo más bien pienso que si los animales y los humanos tuvieran un lenguaje común, desaparecería toda la magia y la grandiosidad que existe entre un hombre y su perro.
Las emociones pueden expresarse de palabra, pero parece que no es tan importante lo que se dice sino cómo se dice y, de la misma forma que a los bebés no solo hay que comunicarles que se les quiere sino que es más importante abrazarlos, tocarlos, jugar con ellos y demostrarles nuestro afecto, más con hechos que con palabras, lo mismo nos ocurre a los adultos.
En un artículo titulado Lovers who speek different languages (literally), el escritor canadiense Mark Moyes relataba sus experiencias cuando fue a vivir un tiempo a Japón y conoció a una japonesa con la que intimó. El completo desconocimiento de la lengua del otro, convirtió la relación de pareja en una película muda o, como mucho, en una de Tarzán en la que los diálogos se reducían a la frase “yo Tarzán, tu Jane”, pero la falta de entendimiento, lejos de ser un impedimento para la relación o para el sexo, como reconoce Moyes, fue más bien una ventaja. El escritor aprendió mucho sobre comunicación no verbal y, como cuenta en el artículo, “el amor y sus más primitivos elementos: actitud protectora, ternura, intimidad… crecen más rápido cuando uno no puede protegerse detrás de las palabras. Cuando solo eres algo”.
Cuando no hay vocabulario, hay que recurrir a otro lenguaje, generalmente más rico y que todos conocemos, y que describe mucho mejor nuestras emociones. ¿Necesitan los dueños de perros, gatos u otras mascotas, una lengua para comunicarse con sus amigos más fieles? Yo más bien pienso que si los animales y los humanos tuvieran un lenguaje común, desaparecería toda la magia y la grandiosidad que existe entre un hombre y su perro.
Nota>:idea surgida en algún lugar interesante…