jueves, 23 de febrero de 2012

Paciencia


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, abono  y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: ¨Crece!¨…puedo dar fe de ello, ahora que  por estos tiempos incursiono en el milenario  arte de cultivar bonsái, menudo ejercicio de paciencia que me he auto-impuesto, aunque los resultados prometen ser generosos con mi dedicación.  
Hay algo curioso que ocurre con el Bambú japonés, siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no ocurre absolutamente nada. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros 7 años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo durante el séptimo año, en un periodo de solo 6 semanas la planta de bambú crece más de 30 metros!, no tardó solo 6 semanas, sino 7 largos años en desarrollarse. Durante este larguísimo período la planta estaba generando un muy complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de ese tiempo.

Incluso, en la vida cotidiana, en nuestra vida, muchos tratamos de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es el resultado del crecimiento interno y este, requiere tiempo. Quizás por esta misma razón, muchos, aspirante a resultados a corto plazo, abandonamos justo cuando ya estamos a punto de conquistar la meta.  Hablo en primera persona y hago ejercicio de autocritica. 

viernes, 17 de febrero de 2012

23 y 12


Te busco entre los rostros que alcanzo a ver desde este banco en que te espero, mi vista ya no es la de antes pero juro haberte visto pasar unas cinco veces en el rostro de mujeres de esta Habana.

¿Serán tantas mis ganas de que aparezcas? ¿Tantas serán de verte llegar con tu sonrisa nerviosa, tu cerquillo rebelde y tus ojos inquisidores?, esos que de proponérselo, detendrían este tráfico infernal, en este día infernal, y a esta hora infernal.

Te busco pero no te encuentro y comienzo a desesperar, intento culpar a mi viejo reloj, este atrevido seguramente ha vuelto a caminar deprisa para gastarme otra de sus bromas, como la última vez que esperaba por ti, ¿recuerdas? , ese día me gritaba que abandonara tu espera, que ya no llegarías, que era una utopía pensar que te acordarías de nuestro encuentro, y cuánta razón tenía, no llegaste y me fui con mis ganas y tu flor robada en un jardín de la calle 10, una hora después, 60 minutos más viejo y más desconfiado de las citas a ciegas. Afortunadamente creo que esta vez mi suerte comienza a cambiar, creo que te he visto, acabo de descubrirte sonriéndome desde la otra esquina, intentando llegar hasta donde estoy escribiendo mientras te espero.

lunes, 13 de febrero de 2012

Lista de espera


Al menos en mi caso personal escuchar las palabras que dan título a estas líneas me hacen recordar una muy simpática producción del cine cubano de los primeros años de este siglo, dirigida por Juan Carlos Tabío,  época esta de grandes realizaciones cinematográficas en la isla. Allí, en una terminal cualquiera, personajes variados y cotidianos de esa Cuba, muy parecida a la Cuba de hoy, convivieron apelando al principio básico de la solidaridad humana durante unos días en que fue estrictamente necesario el aporte de todos para buscar soluciones que hicieran llevadera aquella situación a la que el destino les había destinado. Al menos hasta ayer esa era la primera idea que me venía a la mente cuando escuchaba estas palabras, hoy el orden ha cambiado, hoy conozco quizás no como un autóctono o un cotidiano visitante pudiera hacerlo, los ¨mecanismos¨ de integración comercial y facilitación social para viajantes necesitados, que es como lo llamo desde ayer, que mueven los hilos de la famosa terminal de la Coubre de la Habana.

Más paciencia que un monje budista, suficiente dinero en ambas monedas en circulación y una gruesa venda en los ojos para protegernos de las incontables agresiones a la idea de hacer de nuestro país un lugar donde la corrupción a todos los niveles no tenga cabida, donde el trabajo honrado sea premisa y las instituciones mejoren la calidad de su servicio en beneficio social, son condiciones necesarias para aventurarse a entrar por aquellas angostas puertas que dan acceso al exótico mundo de personajes que la habitan.

Aquí me detengo a pensar en cómo debo continuar con esta  historia, si hago de ella un ejercicio de crítica social acorde con los tiempos que vivimos y las tareas a las que se nos convoca de enfrentamiento al flagelo de la corrupción y a la vez soy infiel al principio con que fundé este blog, o si sencillamente monto sobre este relato una historia de amor como muchas de las que fui testigo en aquel lugar y mantengo al menos en mi conciencia  un poco de tranquilidad y respeto a las premisas de mis trabajos anteriores. Al final ustedes los lectores decidirán con que historia deciden quedarse, así que haré un poco de ambas cosas.

Con la magia de inventarnos situaciones que nos permite esa poderosísima arma que es la imaginación, pulsemos el botón de ¨Rew¨ y hagamos entrar por aquellas mismas puertas una pareja de jóvenes con conflictos, con inseguridades, motivaciones y necesidades de autodescubrimiento. Jóvenes iguales a la gran mayoría, jóvenes enamorados de una idea, de su idea de lo que es el amor. Hagamos para ellos aparecer un par de asientos mágicos y observémosles desarrollar dos trabajos dignos de la lista de doce de Hércules, arreglar un amor casi insalvable  y conseguir salir pronto hacia su destino en un ómnibus nacional.

Curiosamente en el largometraje al que hacía alusión, el personaje interpretado por un joven aún  Jorge Perrugorria, ¨el ciego¨, pieza clave en esta historia, padece cierta enfermedad ocular que ¨le priva de ver las cosas que ocurren a su alrededor¨ y le confiere ciertos beneficios por parte de los demás miembros del elenco por su condición de invidente. A diferencia de él, yo si veo y cuantos ciegos vi ese día!! Esta vez vestidos de inspectores de tránsito, vendedores en taquilla, jefes de turno y  dios sabrá de cuantas otras maneras diferentes, allí estaban, interpretando sus papeles dignos de los ya cercanos premios de la Academia. Allí estaban poniendo al servicio de los ¨facilitadores de transportación¨ como dictaba el carnet que ya incluso se atreven a portar, las debilidades del sistema implementado por la empresa de Ómnibus Nacionales, para lograr hacer escalar posiciones en la lista de espera a aquellos que están tan necesitados de salir de allí como para doblegarse ante los escandalosos precios de estos ¨servicios prestados¨. Ni los encantadores senos que bien merecieron la galleta propinada por Thaimí Alvariño al pillo de Jorge, pudieran ser suficientes actualmente si fuera ese y no al poderoso caballero Don Dinero, del único recurso con que contara cualquiera de las muchas Thaimí que habían allí ese día.

Mientras todo esto ocurría con una sincronización casi perfecta y de manera activa involucrando a los jóvenes que dejamos en el banco, estos lograron encontrar la manera de volver a dirigirse la palabra algún tiempo antes negada por circunstancias de la vida, allí el tiempo, la larga espera y una verdad imposible de ocultar entre ellos, conspiraron para que las miradas se hicieran tiernas, las horas pasaran deprisa, como ocurre cuando se está más a gusto, se alinearan  las situaciones para poder hacer recapitulaciones y enmendar viejos rencores,  se hicieran sacrificios y promesas que solo el tiempo dirá cuales serán cumplidas, allí pudieron compartir un trozo del chicle que compraran a una amable señora, allí se fundieron en abrazos cuando las condiciones del tiempo decidieron deteriorarse para darle justificaciones a las necesidades de acercar sus cuerpos hasta hacerlos casi uno, y hasta dio tiempo para que el chico enseñara a silbar a la chica.  Así de mágica puede ser también una espera destinada a ser monótona y aburrida, todo depende de quién nos toque en el asiento del lado.

 Finalmente el momento llegó, el reloj marcaba la hora de partida del ómnibus anunciada por ¨el facilitador¨ que les fue asignado por el sindicato de facilitadores, y tristemente no por la archiconocida voz  de la oficina de información a los pasajeros. Valga destacar su eficiencia y organización de los espacios de trabajo de cada cual. Boleto en mano y pago de la cantidad acordada fueron los últimos flecos de su sociedad económica, acompañados de la frase ¨No duden en buscarme la próxima vez chamas…¨, así cada cual tomó su rumbo, ellos a continuar en ¨su lucha¨ y los jóvenes a continuar escribiendo su propia vida.
Me hubiera encantado continuar el hilo de ambas historias, tanto tiempo allí los había convertido ya en rostros familiares para mí, que desde mi banco los observaba y  le daba forma a las primeras ideas de este trabajo , pero mi ómnibus también llegó, y les dije adiós a todos, aunque no me escucharon. 

lunes, 6 de febrero de 2012

Los locos del bombín


Allá por los primeros años de este siglo, y con la mala intención de destacar mi por aquella época    inestabilidad sentimental, una buena amiga hoy, amor de aquella época, me obligó a escuchar por primera vez a ese genial compositor que es Sabina, la canción, ¨Y sin embargo¨, el resultado, seguí siendo el mismo en temas de amores, pero adopté su discografía como el mejor de los regalos posibles. 

Desde entonces pasan los años, las ganas, las novias, las ciudades, los olvidos, pero nunca un día sin escuchar alguna de sus canciones. Hay letras para todo y para todos, pareciera que conoce al dedillo cada situación, cada sentimiento, cada ruptura, desamor o gloriosa e incipiente necesidad de decir algo, pareciera que lo ha vivido todo el bueno de Joaquín.

Con  su paso bohemio, transgresor, desgastado  de tanta marcha, atadas ambas manos a su generosa musa y a su inseparable guitarra, llega, para la buena fortuna de sus seguidores, su nueva producción discográfica, ¨La orquesta de Titanic¨. Una vez más se hace acompañar de otro fuera de época, Serrat el eterno, su amigo y compinche de ¨Dos pájaros y un tiro ¨. Definido  por ellos como ¨fox de los ahogados sin consuelo¨, la nueva propuesta se compone de una sarta de canciones frescas, renovadoras, con mezcla de ritmos y tendencias, que hablan de la calle, de la crisis, de nuestras verdades escondidas, de nuestras mentiras de escaparate. Vienen a desnudar mordazmente los mitos de la pareja, vienen  como siempre lo han hecho, a lo grande,  no hay otra manera posible cuando se reúne tanto talento, bienvenidos pues.