lunes, 2 de julio de 2012

Regalos


La noche antes preguntaba mil veces, y cuando por puro cansancio se decidían a contarme, corría con los oídos tapados para no escucharlo, para no estropear el mágico ritual de cada año, llegué incluso a fingir un terrible sueño inexplicable de por sí, más aún cuando era harto conocido y reconocido por mi inagotable fuente de energía que inexplicablemente me mantenía incordiando todo el santo día, la cuestión, al niño le pasa algo, 6:30 de la tarde  y el señorito en cama, tapado y hasta roncando, para luego ¨despertar¨ a las 10:00 pm exigiendo recompensa por mi irrefutable comportamiento y mi pensamiento ¨lógico¨ de que lo esperado sucedía después de uno dormía el día antes.

Mochilas viejas, desvanes oscuros, sacos raidos, closets himalayicos, todos eran posibles lugares a revisar en mi repaso mental previo a mi importante tarea del día después, hasta que realmente fatigado de tanto joder, caía verdaderamente rendido ,tanto que me pasaba de sueño y me cogía el día aún bajo las sábanas como decía mi abuelo, y no era el primero en revisar la camita pequeña, la de al lado, la que supuestamente era mía y que en algún momento postergado y postergable ya por mí o por el pensamiento irracional de hasta que cumplas los 5, los 10, los 14 y hasta los 16 de mi querida madre  no llegué a ocupar.

 Allí como era tradición y sinceramente no sé cómo, burlando mi efectivísimo dispositivo de seguridad, mi mamá lograba escabullirse nunca supe si a altas hrs de la noche o bajitas hrs de la mañana y me colocaba los regalos, los maravillosos regalos del día de mi cumpleaños, nunca fui de caprichos ni de pedir esto o aquello, al menos de niño, ya de grande hay que ser más concreto que sino las madres compran como si aún uno tuviera ¨aquella¨ edad, y generalmente no aciertan,  pero sí fui de disfrutar con la cara de satisfacción que quedaban los míos cuando sus esfuerzos eran recompensados por una espectacular sonrisa de niño feliz, porque sin dudas  no hay nada más reconfortante que unos ojos increíblemente abiertos y radiantes de un niño con regalos.