viernes, 19 de febrero de 2016

La bendita.



Con tantas suegras que te dio la vida y no te cansas de decir si quiero.  Reza el poeta de lascivia y cultura generosa. 

Pero bendita hija de tu madre seas, bendita tu boca, tus cejas y tus manos heredadas, bendita la hora en que decidieron engendrarte, bendita playa, bendita arena y miradas extraviadas, bendita tus caderas, bendita bailarina y cuantas gafas rompí en aquella arena, bendita caminata que me llena de dolores la osamenta, benditos tus besos, tus suspiros, tu prestancia, que son crimen y castigo, que hacen blanco en mí, que me alcanzan viejo y cansado de sentir, que son irreversibles y piden paso a ritmo de trompeta, que son irrespetuosos rayos de luz que entran en mi estancia , que me despiertan del letargo de no amar o de mal amar y me convocan al combate de las ganas, y salvando las distancias con Villena, querida mía, yo también te escribo desde el alma.