martes, 12 de noviembre de 2013

Aves de paso.



Llevo tiempo invadido por ideas para conformar algo decente y sobre todo sincero sobre algo que quiero pensar nos ha ocurrido a todos en algún momento de su paso por la vida, incluso más allá de momentos ,etapas. Los motivos pueden ser muy diversos y no es menester de nadie juzgar ni asumir posturas, cada quien tiene su criterio y merece respeto, porque más que un problema es una actitud ante la vida, una manera más entre tantas de ser pleno, de encontrar placer, de compartir sus ganas, de ser feliz. Releo lo que he escrito hasta ahora y me veo en la imperiosa urgencia de aclarar que no he salido del armario, porque nunca he entrado, pero si un día me descubro dentro ya escribiré al respecto, tranquilos, hasta este minuto sigo siendo el mismo de siempre y los que bien me conocen saben de qué hablo. 

Escribir sobre esto puede traerme problemas con los amores pasados, presentes y futuros, pero le debía un post a los amores de un día, a las aves de paso, a las citas de una noche, a los polvos, a los revolcones, a esas desconocidas o desconocidos que aparecen, actúan y desaparecen irremediablemente rápido, dejando a su paso un sinfín de sensaciones, un mar de dudas, una estampida de deseos, que generalmente son mejores amantes, son más tiernos , más intensos, hacen menos preguntas, son más sinceros, no se esconden tras bambalinas de apariencias a mantener, que te hacen violar horarios, acortar distancias, reír como bobos, olvidar reuniones, palidecer nudillos, hablar con los ojos, avergonzar a Neruda. Que logran maquillar la idea de que la vida es seria, que existe la posibilidad de herir sensibilidades, que para algunos no es moralmente correcto, que mueven el piso, el techo y las paredes si se hacen las bobas, que tienen más claro lo que buscan, lo piden, lo obtienen y se largan. 

Existirán siempre los defensores a ultranza del tradicionalismo, de la fidelidad a toda costa, de la estabilidad, de la confianza, de poder reunir en una misma persona todo eso más el fervor de lo siempre nuevo, del sexo apasionado, vertical, sin miramientos, sin recabar en posturas, o momentos oportunos, y los aplaudo, los respeto, pero es un subgrupo del que he entrado y salido muchas veces, porque todo en la vida tiene etapas, ciclos que se abren y generalmente cuesta cerrar, pero se logra al final y yo no he sido ajenos a ellos. Esos que tildan de ¨incorrecto¨ deberían explicarme quien es capaz de definir de qué lado está la razón, o acaso pueden demostrarme que no he sido feliz viviendo de ese modo, que esos amores de una noche también dejan alegrías, que revitalizan, que te devuelven la sonrisa, que las ojeras y el cansancio son heridas de batallas que luces orgulloso?, amén de las incertidumbres y la sensación de vacío cuando amanece y dices adiós. Llevo una herida en la pierna izquierda de una de esas noches, y me encanta como luce, no digo más. No aspiro a que aquellos que dediquen un par de minutos a leer esto estén de acuerdo conmigo, conozco los riesgos a los que me expongo al darle voz a mis ideas, sé que puedo crear inseguridades,  pérdida de confianza y ruptura de ideales, pero firmo cada palabra que aquí escribo. Estaría satisfecho si al menos lograra con esto, que cada cual dedique a pensar en esos amores de sus propias vidasun par de segundos al menos, porque lo merecen, porque fueron, son o serán efímeros, pero irresistiblemente necesarios, y repito, le debía un post a los amores de un día, a mis amores de un día, a ustedes que tienen capítulo y medio de mi vida dedicados completamente, y soy un hombre de palabra que llega temprano a las citas.

martes, 5 de noviembre de 2013

Mientras te espero.



A veces vengo solo al malecón (siempre de día) y me siento a observar, este sitio tiene el encanto de que no necesitas nada más para sentirte dueño de tu pedazo, tienes una interminable llanura azul que puede ser confesora silenciosa de tus pensamientos, que no te juzga y siempre está disponible. Medito sobre la paciencia mientras observo el constante repique de las olas sobre las carcomidas rocas, hasta la estructura más dura cede ante el envite de una idea, de un deseo, toda conducta es modificable, no siempre a favor de nuestras necesidades, pero modificable. La gente pasa, se besa, habla sola, se promete momentos, uniones, se comparten silencios, la gente mira a los lejos queriendo distinguir a aquellos mas allá del mar, pero de esos ya escribí una vez. El muro va llenándose de parejas, comienzo a desentonar sentado aquí con estas líneas entre las manos, sonrío imaginando cuan desgraciado puedo verme desde los ojos de aquellos que no saben que suelo llegar temprano a las citas.