Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo, y cuando digo todas no me refiero solo a esto que tenemos ahora, a esto de despertarme, esperar, palidecer, sonreír y soñar todo contigo. Ni me refiero a que con los días crezca el baúl de nuestros recuerdos y complicidades, o que me hagas el tierno regalo de tu dedicación sin tiempos. Esto es algo más trascendental que todo eso, estas reescribiendo mi juventud, ese tiempo en que fui un viejo cargado de celos y recelos y has sabido cómo sacar de ese páramo mi gérmen de alegría, y hacerlo crecer.
Quiero decir que estás sacudiendo y ordenando mi madurez, ese espacio que no todos quisieron tomar entre manos, por frágil, por etéreo o por irregular, y has logrado sacudir todas las hojas secas, dejando solo mi armazón más clara, más sincera, más real.
Como vez, no ha sido poco tu existencia en mi vida, no eres tan solo la dulce muchacha perdida de la playa, o la fuerza del viento que inflama las velas del destino al que vamos, eres la espléndida mujer que buscaba conocer.