Hoy tus ojos se cierran, ojos que nunca abandonaron a la Habana, a tu señora de conquistadores y gente, como los ojos de la Habana no te abandonaron nunca.
La vida te coloca, nunca te destierra , a un Olimpo, nunca a los rincones, y seremos nosotros los que moriremos de amor y de ganas de verte nuevamente, de escuchar tus pasos suaves y firmes como adoquines en barrios y lugares.
Te iras envuelto en sábanas blancas, sobre alas de palomas de catedral, custodiado por tus leones, salpicando desde tu cumbre el muro del litoral.
Llenaras del luz el faro del Morro y la gente noble, seguramente dará otra vuelta a la ceiba, Leal a tu obra de hombre noble.