En el banco del salón de última espera, donde los automatismos deberían hacer de este un lugar frío y casi deshumanizado, el 3er mundo lo preña en cambio, de muchas emociones, bien lo sabe el que ha viajado con CUBANA. Cuento los minutos que abren la puerta del cielo a mis próximos días, siempre que hago este viaje me embarga la emoción de reencontrar la familia, los lugares, los olores, incluso los problemas y carencias que me definen como hijo orgulloso de esa tierra de ríos y gente humilde.
Escucho la música que mi variadísima lista decide soltarme oído abajo, rezo porque a nadie le dé por curioserar en el cromatismos de mis ojos, casi rojos como casi curados, si sucede, me defenderé alegando lo poco que me dejó dormir la hermosa dama de cabellos de sol que plácidamente deambula por mi cama a estas horas empeñada en despedirme como dios manda, seguramente es lo que más voy a extrañar estos días de distancia, extrañar dicen, es bueno para reforzar posiciones, pero ahora mismo me gustaría tenerla más y extrañarla menos, hace mucho frío en el salón de ultima espera.