Donde van a dormir los ángeles
luego de un día de milagros y apariciones, sin necesidad de lluvia y con el sol
ya vencido, apareció un arcoíris de sonrisas amplias en bocas diminutas, sé que
es poco creíble, pero estuve allí para dar fé, tal como lo cuento sucedió:
obróse la magia y todo comenzó a ponerse
lento, inicialmente pensé que habría
tomado un pequeño descanso el mundo en su frenético rotar para también disfrutar
del acto, luego, comprobé que no era él, sino ella, la magia, la que había
acelerado y ya mis ojos no podían seguirla, intentaba inútilmente captar todos
los detalles, seguía en un intento desesperado el movimiento de sus manos, su
ademanes rebuscados, sus orígenes mezclados universalmente, porque aquella
magia había sido construida con una increíble mezcla de
intentos, porque aquella magia no era originaria de un solo lugar, en ella
convivían la funcionalidad teutónica, los gráciles y sensuales compases
parisinos, los olores a viñedos españoles, la amplitud existencial de Cuba.
Aquella magia ha sido presentada en muchos escenarios, sin perder un ápice de encanto, escuche
decir que alguien del público cercano había
visto el número pasar hace casi 10 años, y no tuvo más remedio que recorrer el
mundo tras sus pasos, haciendo malabares para estar en cada presentación, a
veces en primera fila, muchas veces detrás de telón y teloneros, así de
hechicera podría llegar a ser. Valía
cada instante, llenaba cada espacio, coloreaba cada beso. Desde mi banco sentí
que por momentos me miraba fijamente, me puse nervioso, acaso pensaba pedirme
subir al escenario y brillar por un instante junto a ella? Acaso yo podría
interpretar algún papel en aquella suerte de carrusel andante que servía de
escenario? Acaso después no levaría anclas y se
iría a otros pueblos a hechizar corazones jóvenes? Es muy probable que
así fuera, eso tiene la magia, dura instantes, nunca llegas a comprenderla y
ahí radica la ilógica de su encanto; por eso apreté mis manos y me puse a
brillar débilmente, sabía que iría cambiando de color y ella, la magia, entendería que estando
cerca, podría incluso el sol no salir ese día, habría suficiente magia y luz
para iluminarnos a todos, al menos el breve instante en que se obran los
milagros.