Un
día me desperté jurando que había ido la noche anterior a la Luna, algunos me
tildaron de loco, falto de sueño,
consumidor de sustancias no consumibles. Otros más respetuosos se
limitaron a mirarme como se mira a un P5 vacío o una tercera vuelta de pollo en
el mes, era perceptible en su mirada su lastima por mis desvaríos, y la verdad
es que mi experiencia lunar era tan
cargada de detalles, pero a la vez tan poco común que era difícil de creer. La Luna siempre ha sido esa gigante solitaria,
que sin luz propia ilumina a aquellos que se aventuran dentro de los encantos
de la noche. Para polinesios, amazónicos, africanos y algunos cubanos
representa a la diosa madre de la femineidad, algunos incluso la consideran un
ser vivo que comparte sus tristezas y alegrías y que es capaz de controlar
nuestros estados de ánimo. Una noche sin Luna estoy muy seguro que es mucho más
triste, es posible que no salga, e incluso que demore muchos días más en salir
esta vez, aunque quizás esté ahora mismo brillando para otros a muchos metros
de aquí, hoy voy a tener la oportunidad de probar mi teoría. Quizás por eso
estamos obsesionados con la Luna, es su carácter de mujer lo que inspira.
Dicen
que la LUNA NUEVA ejerce energía positiva, que es momento propicio para
comenzar empresas y declarar amores, es
momento de abrir las puertas para que entre un poco de magia en nuestras vidas,
anoche era cuarto menguante, y no lo tuve en cuenta.
Lo
más aconsejable es conformarse con
mirarla de lejos, porque una vez cerca, te atrapa en sus olores, en sus
pronunciados accidentes y aunque algunos
digan que son manchas, cráteres... yo creo que son lindos ojos, pequeños, casi
inexistentes, muchas veces tristes pero
que suelen brillar de vez en cuando, aunque tristemente duran lo que dos peces
de hielo en un whisky on the rocks, por eso hay que aprender a estar
ahí, porque yo que estuve en la LUNA, juro que es un instante maravilloso,
irreal, que deja marcas indelebles.
Pero
la LUNA como todo lo real maravilloso tiene un lado oscuro, místico,
incomprensible, que interrumpe los sueños sin razón, que desvela el alma, que
desorienta porque borra los caminos, porque apaga nuestras velas, porque la
LUNA aún no está lista para amar.