lunes, 11 de febrero de 2013

El Banco


Sopla un aire fuerte,  no sé si viene de Latinoamérica o de algún frío paraje del norte, viene húmedo y hace que me estremezca,  aún es de día, todo en este parque está tal cual mis ojos lo recuerdan, quizás un poco más crecidos los árboles , quizás más tristes los perros, quizás menos discretas las parejas. Estoy sentado en el mismo banco de siempre, el segundo a la derecha, debajo de las enredaderas, en el que falta una tablilla y donde nadie te dice nada si subes los pies, me siento en casa.
 Este banco ha sido testigo mudo de años de visitas frecuentes, de simulacros de estudios interrumpidos por el desfile de alguna cadera insinuante, de intentos fallidos de mentir cortésmente a alguna dama intentando conquistarla, o incluso alguna que otra bien merecida conquista, no sin esfuerzo, sea dicho. También acá han sido derramadas lágrimas cerrando los labios para que no me escuchen, he fumado cigarros atrevidos…
  A los recuerdos les gusta mucho auto invitarse a pasar  y no faltan esta vez, incluso algunos que es preferible mantener en corto, por pudor propio o ajeno, ahora mismo ante mí, concurre la muchacha de la boca infinita, viene de la mano de la pequeña casi incorruptible, la prohibida por el mandamiento 7 y deseada por todos los demás, aquí vuelven los días ruidosos de picnic nacional, las reuniones sin resultados interminables bajo el sol, las mil y una fotos tomadas, la soledad, el vértigo de ser descubierto , las sonrisas de los amigos, los tragos alegóricos a cualquier cosa…

Deberíamos reunirnos en concilio mundial y decidir hacer los días buenos obligatorios y más largos y que pasaran más lentos, más o menos como la última media hr de cada tarde antes de salir del trabajo, y hacer que los malos días fueran una opción, porque siempre hay que tener opciones, y que pasaran rápido, como los 5 minutos después que suena el despertador y lógicamente que no contaran en términos de vejez. Mi riqueza consiste en poder salir en las crónicas de los mejores días de mis amigos, consiste en que tener un banco, una escalera, una cicatriz, cartas amarillas, velas gastadas, la agenda llena de teléfonos, consiste en tener la tranquilidad de no tener miedo a morirme el próximo día, porque hasta hoy he sido importante para alguien.